
cuarto oscuro
"Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Como es adentro, es afuera; como es afuera, es adentro."
REVELACIONES

Jugar con la fotografía: magia con objetos cotidianos
Jugar con la fotografía: magia con objetos cotidianos
El mundo es un laboratorio visual esperando a ser explorado
A veces creemos que necesitamos el mejor objetivo, la cámara más nueva o un arsenal de accesorios para crear fotos diferentes.
La verdad es que muchas de las imágenes más poéticas y sorprendentes que he hecho han nacido jugando con lo que tenía a mano.
La fotografía no solo capta el mundo: también lo distorsiona, lo refracta, lo multiplica.
Y ahí es donde los objetos cotidianos se convierten en pequeños portales creativos.
Un colador de cocina
Un colador metálico delante de la lente convierte la luz en un patrón de estrellas diminutas. Puedes jugar con la distancia y la posición para crear efectos de textura, sombras misteriosas y destellos.
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Un espejito de bolso
Colocar un espejo pequeño frente a la lente abre puertas: puedes duplicar la escena, generar reflejos inesperados o enmarcar el mundo en un ángulo imposible.
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Un caleidoscopio infantil
Parece un juguete, pero en fotografía es un oráculo visual. Al ponerlo delante de la cámara, la realidad se rompe en geometrías, colores y repeticiones hipnóticas.
🔮 → Caleidoscopio creativo (afiliado Amazon)
Vasos de cristal
Un vaso transparente frente a la lente puede generar distorsiones, brillos líquidos y desenfoques orgánicos. Si es de colores, la escena se tiñe como si hubieras puesto un filtro analógico.
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Un prisma o cristal decorativo
Los prismas de vidrio convierten la luz en arcoíris y reflejos mágicos. Es uno de mis objetos favoritos para experimentar porque nunca repite el mismo efecto dos veces.
🌈 → Prisma de cristal para fotografía (afiliado Amazon)
Una simple tela
Colocar una tela translúcida entre la cámara y el objeto crea un velo poético, como si la escena estuviera envuelta en niebla. Es un recurso sencillo para generar intimidad.
🕊️ → Tela translúcida blanca (afiliado Amazon)
La fotografía no siempre se trata de perfección técnica.
A veces, lo más bello aparece cuando juegas, cuando dejas que la cámara sea un niño curioso con un caleidoscopio en las manos.
📷 Si quieres aprender a mirar y crear con este espíritu lúdico:
→ Mi curso de fotografía creativa
→ Sesiones 1:1 para explorar tu estilo con objetos y luz

Dalí y Gala: un pacto de arte, amor y misterio
Visitar el castillo de Púbol es entrar en un hechizo.
Las paredes guardan un silencio extraño, como si cada piedra hubiese escuchado secretos demasiado grandes para contarse en voz alta.
Ese castillo no era solo un refugio: era un pacto.
Dalí regaló a Gala este lugar como quien entrega un altar. Pero no era un regalo cualquiera: le prometió que no entraría sin su permiso escrito. El genio del surrealismo, el hombre que se creía eterno, se arrodillaba ante la figura de Gala como si fuese sacerdotisa y oráculo.
En esas estancias todavía se percibe lo esotérico, lo ritual, lo oculto.
Dalí y Gala no vivieron el arte como un oficio, sino como una religión secreta.
Se rodeaban de símbolos, tarot, astrología, alquimia, sueños y obsesiones místicas. Creían en el poder de las imágenes como portales, como llaves.
Gala, tan enigmática como un arcano mayor, era más que musa: era médium, estratega, sacerdotisa de ese universo surrealista. Dalí decía que sin ella no habría sido Dalí. Que era su guía, su obsesión, su espejo.
Ella lo anclaba en la tierra y a la vez lo empujaba al abismo.
Caminar por el castillo es recorrer un escenario de devoción esotérica:
espejos que parecen puertas a otros mundos, muebles cargados de símbolos, jardines que aún susurran bajo las sombras.
Todo habla de un amor que fue también una conspiración artística y espiritual.
📸 Cuando fotografío estos espacios, siento que no estoy haciendo un simple registro documental.
Es como si cada encuadre fuese una invocación: el intento de atrapar la energía de dos seres que convirtieron su vida en obra de arte total.
Dalí y Gala vivieron entre la frontera del arte y la magia.
Y en Púbol, ese límite todavía arde en las paredes.